Hace poco más de tres meses nos asaltó una pandemia mediática.
Mediante la prevención didáctica se generalizó el miedo al enemigo invisible.
Asaltó países, calles, casas y… guarderías.
Lo siguiente no es ficción, sucedió en un lugar y momento concretos;
Día de San Esteban, comida con la familia.
Una constante que agradecer, la familia reunida por navidad se pone hasta el culo. Otra constante, niños corriendo.
En este caso un menor, de 4 años. Juega, corre, ríe.
Juega con un adulto y éste con afecto lo levanta, estruja y… besa en la mejilla.
El niño grita y se retuerce, llora, patalea.
(Dejándolo en el suelo) -¿Que pasa? Si no te he hecho nada, venga ya esta.
El niño corre llorando hasta su madre. Ésta mira con resignación al adulto con el que jugaba y dice:
-No pasa nada es que no le gusta que lo besen. Se lo han dicho en el colegio para no coger la gripe A, que no se besen y que no les den besos. Tú no puedes pero él sí.
-¡Oh! No lo sabía…
El niño se calma en el regazo con su madre, transcurre la tarde.
Alguien se va, decide dar un beso de despedida al niño.
Sucede… lo que sucede ante el miedo. Gritos, llanto y violencia.
Dirigiéndose al “besador": -Es que él puede dar besos, los demás no.
-Hay que ver como se le quedan las cosas a los niños.
3 comentarios:
Te acuerdas de Orwell? Pues eso, separar a los unos de los otros es una de las condiciones de la sociedad autoritaria.
Esto de la gripe A ha sido una auténtica verguenza. Lo peor son este tipo de consecuencias, como esta del crío, que no pueden acarrear nada bueno a nivel psicológico.
Me pareció interesante tu blog y te agregué :) encantada.
Lo que más me sorprendió fue la naturalidad con la que los presentes hablaban de ello, cosa que seguramente ocurra en muchas otras familias y para este otro virus no hay vacuna.
Jessica!! Un placer encontrarnos aquí y que sea por mucho tiempo. Nos seguimos.
Feliz año a tod@s.
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