La televisión que amamos

Identificamos el discurso con el aparato (la televisión).
Es otro síntoma de cómo la transferencia simbólica con el aparato nos fagocita.
Cuando pulsas el botón de encendido no es la máquina quien se conecta, te conectas tú.

En los 80 Videodrome auguraba la simbiosis entre el ser humano y la máquina. Más reciente es la también incómoda Faust 5.0.

En ambas una constante; la alienación del ser humano a través de la máquina.

No es una lectura catastrofista sino una forma de elaborar y reflexionar sobre el hecho de que, aquello que tenemos ante nuestros ojos, ES NUESTRO REFLEJO. Lo que deseamos y lo que negamos, de lo propio y de lo que vemos en el otro pero no nos permitimos reconocer.

Nacemos y crecemos con ella.
Hoy es un integrante más de la familia sino el patriarca.
El espacio se organiza entorno a ella y estructura o se adapta a nuestros ritmos de vida.
Crea mitos y los destruye.
Suple y genera necesidades.
Influye y condiciona nuestras opiniones.
Atrapa las emociones, modifica nuestra geografía cerebral.
Y, a pesar o gracias a todo ello, nos divierte, entretiene…

La amamos

En el discurso vertical de quien dice presentar la realidad Eros y Thanatos se dan la mano en una orgía masoquista de estímulos visuales y auditivos
La poesía se escribe con las entrañas y los medios saben cómo ahondar en ellas.

Según Lacan, el sueño es real, más que la falsa realidad vivida. Por ello la televisión no miente...
Tan sólo es el sueño de una sociedad que no se piensa.


0 comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...