Fantasmas de la exclusión (Parte 1 de 4)

Conferencia “La contribución de las instituciones educativas en la producción social de inmoralidad: la exclusión de la dignidad, de la disidencia y del disentimiento”, pronunciada el 20 de Noviembre a cargo de:

La educación superior: menosprecio y atontamiento. Fernando GONZÁLEZ PLACER (UB)
Dispositivos de “reeducación” y “reinserción social”: una aproximación al higienismo de nuevo cuño. Marta VENCESLAO (UNAM, México DF)
Menores migrados. La dignidad a la deriva. Edu GRIÑAN (Colectivo La Xavaleria)
La dignidad como exclusión. Joan Carles MÈLICH (UAB)

Me pareció muy interesante y oportuna por lo que a continuación haremos una breve síntesis de lo que allí se dijo (procurando ser lo más fiel posible a sus palabras y sus ideas).

La educación superior: menosprecio y atontamiento.
Fernando GONZÁLEZ PLACER (UB)

Vivimos una exclusión colectiva de la posibilidad de hacer mundo. La exclusión no se conjuga en tercera persona, ni es hábito de minorías, nos ocurre a todos.
La exclusión forma parte de la experiencia cotidiana, como consumidores y en base a que sólo reproducimos el orden existente. La historicidad se aleja de nuestras manos, de nuestra posibilidad de hacer.

¿Cuál es la contribución de la educación?.
La educación se encuentra imposibilitada y ha degenerado en un servicio que categoriza y humilla.

Desde el ámbito técnico se sacralizan eufemismos pedagógicos (innovación, diseño, actualización…) se instaura un feudo cognitivo producto del dominio ideologico que impera en la escuela, paradigma técnico-científico, instrumental.
Su resultado más visible es la burocratización del sistema y la REPRODUCCIÓN PACÍFICA.

El actual menosprecio y atontamiento de la educación superior ante el proceso de Globalización (apertura de todos los servicios y actividades de la sociedad al mercado, derechos sociales, ocio, artes, TV…) es el final de la idea misma de servicio público.
Bolonia muestra esta cara oculta en tanto que alberga intereses empresariales apoyados en la actual tendencia Neoliberal, la cual, sume la universidad en una dinámica existencial y asistencial que fragmenta procesos y habilidades, precariza, burocratiza y desinternaliza la educación.


La erosión de la universidad excluye lenguajes como la poesía, el ensayo, el arte. Filosofía, Sociología, Pedagogía… Es un saqueo y menosprecio del pensamiento

El uso instrumental del lenguaje pedagógico convierte todo concepto en significante fetiche (Habilidades procedimentales, centros de interés, ZDP, equipos docentes, trabajo en grupo, plan educativo, objetivos…)
En su momento de explosión algunos de estos conceptos suponían una energía vivificante al mostrar cosas que podían ser nombradas, sin embargo, hoy, dichos tecnicismos al ser nombrados por los profesores/as estructuran las condiciones de QUÉ y CÓMO debemos pensar.
El uso de términos pedagógicos ha sido liberado del contenido riguroso de su conocimiento y pensamiento.

La inteligencia entendida como capacidad de reflexión y discurso de pensamiento se encuentra lejos de asimilar información y conjugar la comprensión de las distintas imágenes que componen la realidad. Lejos el vinculo comunitario que supone la relación maestro-discípulo. Lejos de desarrollar virtudes como el coraje, la tenacidad y el deseo de plantear preguntas y obtener o buscar respuestas.
De este modo, la discursividad pedagógica actual se ciñe a espectros como las habilidades, o las competencias programadas y secuenciadas. Nos encontramos ante la evaluación cínica de contenidos secuenciados y programados como si fuesen viajes organizados. Paquetes de conocimientos que proporcionan emociones previsibles y competencias precisas.
Ante ello, la dificultad de encontrarse con lo desconocido, transformarse. Siempre encorsetados y acotados por el Qué, Cómo y en cuanto tiempo hay que verlo.

No podemos ser compañeros de viaje porque no hay viaje sino clientes. Es, a lo sumo, un viaje simulado.

A filosofar se aprende filosofando, a pensar se aprende pensando, situándonos en la turbación, en la duda no en la marcialidad de andar siempre con la cabeza muy alta.
Hay atontamiento donde una inteligencia se encuentra subordinada a otra inteligencia. Ya la escolarización muestra su renuncia ante lo que es la principal obligación: Aprobar.
Aprobar antes que comprender, donde la inteligencia del alumno no sirve frente a la del profesor, ni su vocabulario o sus dudas. Del mismo modo, el/la docente tiene la obligación de precisar dónde está la lección y para qué servirá. El contenido se lee como un material informativo adoctrinador, encorsetado por criterios de eficiencia instrumental.
Ante semejante desbarajuste, la Universidad es ejemplo de lo que no podemos hacer. Dispositivo de capacitación para individuos tan cívicos como flexibles. Factoría que estipula las habilidades del perfecto ciudadano… déspota, acrítico, conformista.

Saberes y prácticas subordinadas a inteligencias, inhabilitación de la reflexión.
Y, mediante el maquillaje político oportuno, simular la puesta al día democratizada de la Universidad.

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