Cuéntame un cuento

Ni nuestro sistema escolar ni la educación que recibimos a través de las relaciones diarias, tanto con las personas como con los medios de comunicación, favorecen en absoluto nuestra capacidad de imaginar, antes al contrario: se convierten en poderosos elementos de sujeción y domesticación

La imaginación no es nunca una cosa, sino un acto, una acción y una conciencia. Es movimiento sin materia que parte de una experiencia material cualquiera, pero que se asoma a la creatividad.
La imaginación es precisamente el acto que permite integrar los elementos de la realidad con los que proceden del individuo y que la percepción nunca será capaz de entender.
El niño crea un mundo desde que empieza a pensar, y este mundo de imágenes inventadas no es ni una escapada ni una evasión, sino la captación de la realidad de una manera más profunda.

El cuento, cumple la función de educar la afectividad y posee la gran virtud de canalizar las posibilidades liberadoras de la imaginación hacia la consecución de objetivos favorables.
Es más, el mensaje que los cuentos nos comunican de mil maneras distintas, nos enseña que las luchas contra las dificultades más graves son inevitables y forman parte intrínseca de la existencia humana. Que es preciso enfrentarse a las pruebas más inesperadas e injustas, pero que es posible llegar al final de todos los obstáculos y conseguir, finalmente, la victoria.
El cuento, el teatro, el cine… Pueden cumplir con esta función.

“Los cuentos no son sólo para niños, son para que los adultos despierten”
F. vallaeys


The Fall (El sueño de Alexandria) Un cuento magistral sobre el amor, la traición y la redención.

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