Existencias etico-políticas conflictudas en torno a territorios, banderas y símbolos.
Conflictos nacionales que ensalzan banderas color pasión.
En España sucede casi como tradición, decía Ortega y Gasset que el mayor problema de esta “Tierra de conejos” es que ha padecido todas las invasiones posibles porque nunca hemos sabido arrimar el hombro siempre hemos guerreado con nuestros vecinos.
Hoy, es aun más complejo puesto que al decir “invasión” o “arrimar el hombro” podemos vernos contaminados por ideologías ultra-conservadoras.
España es un monstruo bicéfalo con una espina dorsal común anclada en el poder de clase.
La España de los reyes católicos y la unificación fascista. Pervive la sociedad de clases terrateniente, el conservadurismo, el caciquismo y el expolio. A lo que podemos sumar la concepción de una clase obrera nacida para servir.
No hay virtud sin crucifixión ni símbolo que se precie sin banderillas.
A modo de sintesis, España ha sido la contrarrevolución permanente. Durante cuatro siglos, la persistencia de su feudalismo ha hecho del Estado español una fuerza de inmovilismo social. En un país feudal, esto quiere decir que ha sido una fuerza contrarrevolucionaria, que se ha opuesto sistemáticamente, y con “éxito” a todo intento de cambio social.
De espaldas a ella la Catalunya burguesa, clasista, alejada del conservadurismo pero identificada hasta el tuétano por otra perversión, el estatus.
Con su prototipo de "Demócrata Liberal que reconoce la diversidad como una fuerza de trabajo necesaria para Catalunya". Desde su discurso de discriminación positiva encontramos más de lo mismo, el Juicio desde la atalaya del dominio y la imposición de significados.
No se pronuncian, ríen con mesura, aplauden mirando al vecino para no molestar. La buena educación es entendida como un “no estar presente” que nada te embargue, que nada te emocione. Una burguesía limpia, asexuada, sin alma. La agitación del mundo les resulta ridícula porque ya no tienen nada que ver con ella.
Símbolo de condescendencia. Enarbolan con su mano derecha la bandera de la libertad y la cultura, ahogan con la izquierda y piensan en diagramas de barras.
Son los mismos que consideran esporádicos los discursos xenófobos de los políticos de Vic, Reus o el PP de Badalona. De eso, se resuelve el dejarles hacer. Cuanto más conflicto mejor para ellos así podrán ejercer de pacificadores y tender sus redes. Las redes de una burguesía no capitalista anclada en el estatus, véase CIU por ejemplo.
Por otro lado el pueblo Vasco, continúa sumido en una batalla que en su momento otorgó sentido a sus héroes. Perdida la razón, grupúsculos de poder continúan viviendo de la épica, justificando la sangre de otros como en los ritos paganos se sacrificaban vírgenes para contentar a los dioses. Sin sentido y sin guía ETA crea su propia máquina del tiempo, otra ancla, ésta en el recuerdo de una victima que, hoy, se erige en Justiciero de una pesadilla tapada por la costra del cinismo político.
Su existencia resulta y pervive en el conflicto. En el adoctrinamiento tribal, en el apellido.
Lo peor que podría pasarle es que consiguieran la Independencia. Entonces, no sólo no sabrían qué hacer con su lucha, también tendrían la responsabilidad de guiar a un país con el que jamás han nombrado la palabra PAZ.
Pero nadie con cierto espíritu democrático cedería un ápice de terreno a quienes sacrifican a sus vecinos por el supuesto “bien común”.
La Ética se fundamenta en el sufrimiento, en la capacidad de empatizar con el dolor ajeno y la soberanía popular en el reconocimiento del otro, de su opinión y su juicio.
¿Soluciones? Quien sabe. Las cuestiones más elevadas del Estado deben cambiar cuando lo que llaman “masa popular” quiera cambiar.
La gente puede y debe decidir, qué ahoga esta cuestión es otro tema. Pero la Amnistía no pasa por el olvido y si hay algo que puede sustentar con solidez la base de la Democracia española es el reconocimiento de las víctimas habidas en el régimen anterior. Que sean reconocidos/as y enterrados/as como consideramos que en nuestra cultura se entierra a alguien de forma DIGNA.
Que todo partido democrático firme ése pacto nacional donde se condene de forma explícita el régimen fascista de Franco y donde se rechace todo totalitarismo e imposición de ideas mediante las armas. Pasadas, actuales o futuras.
Nunca hubo una Amnistía que hiciese Justicia sino un pacto para sellar los labios y erigir la Nación sobre los huesos del pasado.
La cultura de los muertos que no se nombran.
La del olvido selectivo orquestado por una burguesía que hace lo que le es propio y una izquierda de moral plegable y precio asequible.
Esa misma en la que mi difunta abuela dejó de decir ROJO para nombrar al rojo, “colorao”.
Lo único que se mantiene real es el espíritu de un pueblo que pide justicia y dignidad por una memoria mancillada gracias a la democracia ausente.
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