Llegamos a las 18:00 puntuales para pasar el control y entrar en la prisión de "Cuatre Camins". Sólo podíamos llevar un abanico y el DNI (ésa tarjeta que constata oficialmente que yo soy yo), aquí los fumadores tuvieron sus reticencias.
Público y familias compartíamos el mismo espacio. Atendiendo a las órdenes nos dividieron y seguimos un recorrido... excluyente pero no tan distinto. Como antes de llegar.
Público y familias compartíamos el mismo espacio. Atendiendo a las órdenes nos dividieron y seguimos un recorrido... excluyente pero no tan distinto. Como antes de llegar.
A través de los pasillos una puerta se cerraba y se abría la siguiente, paso a paso… notando los dientes y las poleas mecánicas al abrirse, golpeando al cerrarse. Los cuadros de los presos mostraban mas cosas de las que posiblemente pretendían y de las que otros ojos intuyen, por eso cuelgan de las paredes como si sólo fuesen logros artísticos. El encerado reciente de los pasillos dejaba entrever que la institución había lavado la cara de “lo que se puede ver”, esperaba visita.
El panóptico de Bentham situado en el centro de los módulos.
El panóptico de Bentham situado en el centro de los módulos.
Resulta curioso como la teoría, el compromiso político y la inversión adecuada se materializan fielmente, si se trata de “garantizar” el control.
Los pasillos desocupados, salvo un espontáneo que detrás de las rejas saludaba y bromeaba tirando de los barrotes como si fuese a escapar, curioso y grotesco juego que compartimos con una sonrisa.
Los pasillos desocupados, salvo un espontáneo que detrás de las rejas saludaba y bromeaba tirando de los barrotes como si fuese a escapar, curioso y grotesco juego que compartimos con una sonrisa.
Para mi la función había comenzado en la puerta, imaginando que los funcionarios de prisiones eran actores de La Cubana y en un arranque genial e imprevisto nos perseguirían con las porras.
Una puerta se cerraba, la siguiente se abría, con este ritual la distancia hasta el teatro se hizo especialmente larga. Pero esto no es “Comando Actualidad” o las noticias del Piqueras. Y esta historia… no es un drama.
TeatroDentro estrenó “El anzuelo”, sus protagonistas presos penados.
Una puerta se cerraba, la siguiente se abría, con este ritual la distancia hasta el teatro se hizo especialmente larga. Pero esto no es “Comando Actualidad” o las noticias del Piqueras. Y esta historia… no es un drama.
TeatroDentro estrenó “El anzuelo”, sus protagonistas presos penados.
El relato interpretado mezclaba suspense y comedia e invitaba a reflexionar sobre la frontera entre la cordura y la locura.
La dirección a cargo de Eva, sacó el mejor partido de los intérpretes y del contexto. Los actores recibieron una merecida ovación, estuvieron a la altura, es más, algunos tenían tal carisma y presencia en escena que podrían medirse con actores profesionales. El número final, impresionante.
Se apagaron las luces… se encendieron las del escenario. Desapareció la cárcel.
Se apagaron las luces… se encendieron las del escenario. Desapareció la cárcel.
Este día, los presos de dentro y de fuera nos fugamos.
Como llegamos hasta allí dejó de importar porque, en aquel momento, nos encontramos con algo REAL.
FLOR
Cuando la función acabó, los actores bajaron del escenario dispuestos a disfrutar y entregarse por entero a sus familiares. Exprimir hasta el último segundo de ésos minutos de más que les ofrecía esa semana para besar y charlar con sus seres queridos. Nosotros, otra vez más, espectadores del dolor que provoca el amor cuando por una circunstancia u otra no puedes besar, hablar, tal vez… pedir perdón a las personas que amas.
Muchos nos hemos sentido presos de nuestra cárcel, de nuestro muro de piedra que se nos hace infinitamente alto, demasiado, no se puede saltar.
FLOR
Cuando la función acabó, los actores bajaron del escenario dispuestos a disfrutar y entregarse por entero a sus familiares. Exprimir hasta el último segundo de ésos minutos de más que les ofrecía esa semana para besar y charlar con sus seres queridos. Nosotros, otra vez más, espectadores del dolor que provoca el amor cuando por una circunstancia u otra no puedes besar, hablar, tal vez… pedir perdón a las personas que amas.
Muchos nos hemos sentido presos de nuestra cárcel, de nuestro muro de piedra que se nos hace infinitamente alto, demasiado, no se puede saltar.
Por más que lo mires no puedes…
Y ves como los segundos, los minutos y la vida pasa...
…Tú estas ahí, tu has creado tu propia cárcel, de ella nadie sale, o lo que es peor, a ella nadie puede entrar…
Este viaje me hizo recordar El Umbral, un documental dónde se podía ver el después de distintas vidas que habían sido truncadas ya sea por una adicción, por dinero, o por condena carcelaria.
…La sociedad no está educada para aceptar y perdonar a los que “se han salido del camino marcado”
Tal vez, debido a los acontecimientos personales del momento, yo misma creí que me estaba acercando de manera muy peligrosa a ese umbral.
…Sentí pánico cuando regresé a un lugar dónde no me esperaba nadie
Por suerte, yo me encontré con tus ojos, ellos me aclamaban que les dejara pasar, todavía no has podido entrar, pero yo lograré saltar ese muro, porque al menos, ahora puedo verlo y veo de lo que están formadas sus piedras.
…Por suerte, existe gente como TEATRO DENTRO que por un tiempo logró que todo un teatro escuchara las voces de unos presidiarios que tienen mucho que decir y que demostrar, no para ser perdonados, porque ¿quién se cree con ese derecho?. Sino para saltar su propio muro, para salir de su Umbral.
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